• Compartir tus emociones con tus hijos es mejor que esconderlas

    25 octubre, 2018 | Blog | YesAdminSys3005
  • educación emocional

    Muchos padres intentan evitar que sus hijos los vean cuando están afectados por un suceso negativo. ¿Es ésta una actitud correcta? Si bien el tema es complejo, los últimos estudios científicos realizados sobre educación emocional están revelando respuestas muy claras sobre esta cuestión.

    A muchos padres les preocupa que si muestran emociones negativas a sus hijos les provoquen sufrimiento. Un razonamiento muy extendido es que los niños al ver a sus padres visiblemente afectados pueden terminar pensando que es por su culpa o directamente puedan llegar a ‘incorporar’ ese dolor que padecen sus padres. De hecho, esta última preocupación tiene una base sólida: el fenómeno del ‘contagio emocional’ es real, y un estudio reciente de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid descubrió que los padres pueden transmitir el miedo de ir al dentista a sus propios hijos.

    Por otro lado, existe la idea de que deberíamos ‘ser reales’ con nuestros hijos porque es saludable que los niños vean a sus padres haciendo frente a sus problemas como cualquier otro ser humano. Si su hijo le ve haciendo eso, ¿no debería ayudarles a aprender a lidiar con sus propias emociones?, razonan.

    El peligro de intentar ocultar las emociones

    Hay tres conceptos que hay que tener en cuenta cuando tratamos el hecho de exponer nuestras emociones a los niños: la supresión, la expresión ‘no contenida’ y el hablar con ellos sobre ellas.

    La supresión es cuando ocultas los signos externos de una emoción. Desafortunadamente, no funciona muy bien: el acto de suprimir la emoción en realidad aumenta la presión arterial y la excitación fisiológica. Además las personas de su entorno pueden captar su angustia a pesar de sus esfuerzos por ocultarla y puede provocar que se sientan estresados ??también. Investigaciones recientes han demostrado que cuando los padres tienen emociones negativas (como enfado o resentimiento) y las ocultan a sus hijos, experimentan una menor capacidad de respuesta a las necesidades de sus hijos.

    De hecho, incluso los bebés están muy influenciados por la dinámica de la interacción que tienen sus padres con ellos. Si se atenúan estas interacciones, los bebés pueden encontrarse molestos. Los famosos experimentos llamados “still face” (cara inmóvil), en los que el padre muestra al bebé una expresión facial plana y no responde durante un breve período de tiempo a sus requerimientos, lo han evidenciado. Estos experimentos han demostrado que los bebés están claramente incómodos con un padre no expresivo y, por lo general, intentan que el padre interactúe con ellos.

    No controlar las emociones

    Por otro lado, la expresión ‘no contenida’ de enfado y tristeza por parte de los padres tampoco es beneficiosa para el niño. Cuando hablamos de expresión ‘no contenida’ nos referimos a las emociones que demuestra una persona sin que tenga ningún intento de controlarlas sino que se deja llevar por ellas. Gritar, aplastar cosas y culpar a alguien más de sus males son algunos ejemplos. En el caso de exponer a tus hijos a una emoción ‘no contenida’ por ir al dentista, la interpretación que sacarán los niños es que las prácticas que se realizan en las clínicas dentales son muy peligrosas.

    Lo mejor es el punto medio

    Si en un extremo está la supresión y en el otro la expresión ‘no contenida’, ¿dónde se encuentra el término medio? El término medio es hablar con tus hijos sobre las emociones negativas que sientes y mostrarles que estás tratando de hacerlas frente. Una investigación descubrió que los niños de seis años tenían mejor comprensión emocional si sus madres les habían hablado sobre sus emociones a la edad de tres años. De hecho, cuanto más les habían hablado sus madres al respecto, mejor era el resultado.

    En otro estudio una serie de madres hicieron un diario sobre las emociones que habían mostrado a sus hijos cuando estaban en edad preescolar y que incluían los detalles sobre cómo se las habían explicado. En los casos en que las madres explicaron las razones de su tristeza a su hijo, se descubrió que la conducta social del niño era mayor.

    ¿Cómo educar las emociones de nuestros hijos?

    Para resolver esta cuestión nada mejor que utilizar estos tres ejemplos:

    • Estás muy triste y tienes que salir de la habitación para llorar. Su hijo nota que algo está mal pero no sabe qué es.
    • Estás muy triste y no puedes dejar de llorar delante de tu hijo.
    • Estás muy triste y muestras un leve llanto, y le dices a su hijo que estás muy cansado y que has tenido un mal día, y que no tiene nada que ver con ello. Le explicas que te sentarás, te relajarás y hablarás con un amigo por teléfono, y pronto te sentirás mejor.

    De todas estas opciones solo el tercer escenario ofrece una oportunidad para que el niño aprenda de las emociones y sepa cuando más adelante le toque experimentarlas cómo lidiar con ellas. En el último ejemplo el padre actúa como un ‘entrenador emocional’ ya que las emociones negativas son tratadas como una oportunidad para que los niños aprendan a resolver sus problemas.

    En definitiva, los padres no deben ocultar las emociones ni demostrarlas sin ningún control. En su lugar, deben hablar abiertamente sobre ellas con sus hijos, especialmente sobre las causas que las provocaron y cómo están tratando de hacerlas frente.